La vuelta al trabajo en los colegios se está convirtiendo en un verdadero quebradero de cabeza. Tras la primera ola del coronavirus, llega la gran pregunta de cómo podemos hacer frente a la segunda ola y qué papel juegan los centros de docencia.
Uno de los principales riesgos de los docentes es el estrés laboral. Cabe destacar que durante el confinamiento, los casos se han disparado. Ahora que toca volver, ¿qué deben hacer?
Cabe destacar que la docencia es uno de los gremios que más estrés padece, antes incluso de la pandemia mundial que estamos viviendo. Muchos estudios apuntan a que una forma eficaz de reducir el estrés laboral es planificar la formación/información sobre los factores psicosociales específicos del sector y contar con procedimientos internos empresa/trabajador que ayuden a detectar posibles problemas con alumnos, padres, organización interna, etc.
Además, incentivar las reuniones con el profesorado para poder hablar de la carga de trabajo, conflictos con alumnos y padres, condiciones de conciliación y temas relacionados puede ser una buena forma de conocer el estado de los trabajadores.
Sin embargo, este año el inicio escolar llega marcado por el coronavirus, que obliga a adoptar medidas excepcionales en colegios e institutos para proteger la salud de alumnos y profesores. Ante esta nueva situación, todos tenemos una gran responsabilidad de cumplir las normas básicas, como por ejemplo, el uso de mascarillas en todo momento o el lavado de manos.
Está demostrado que estas dos cosas pueden ser un factor fundamental para la prevención de contagios de la COVID-19 en el entorno no solo escolar, sino de cualquier ámbito. Cada comunidad autónoma llevará a cabo sus propias medidas este nuevo curso, pero lo que sí está claro desde ya, es que la prevención juega un papel fundamental en esta nueva normalidad. Prevenir siempre es mejor que curar.